sábado, 1 de marzo de 2014

Escuchar largo y tendido al afligido...



Recuerdo que cuando comencé el bachillerato era el peor estudiante que había, todo me fastidiaba y me volví un cínico. Me sacaron del liceo público porque a pesar de que era el peor, mis compañeros de estudio eran malosos y rolos de vagos y yo no podía controlar esa situación…en pocas palabras era víctima de “bulling”.

Al cambiarme a un liceo privado religioso las cosas se tornaron diferentes y conocí muchas personas excelentes y estuve en un ambiente positivo.

Ahí conocí también a un pana que era apellido Hernández [no es el verdadero apellido del personaje], Euro Hernández era en ese tiempo un chamo bastante atento y bastante solidario y trabamos buena amistad porque una vez me dio en plena clase una tortícolis y había paro de transporte [cuando el pobre lava; llueve] entonces el muy amablemente me ofreció su casa y los servicios de su mama que era una medico conocida de la comunidad.

Nos fuimos por el sur franco para su casa que estaba como a cuatro kilómetros del recinto educativo. Allí la señora me brindo los auxilios médicos, merendé y cene mientras esperaba que mi papa me fuera a buscar.

Su viejo era un oficial de la aviación militar y era un tipo estricto, y le tenía miedo más que respeto.

Cuando pasamos del segundo año al tercero  ya íbamos enculillados con las “tres marías”, a decir: química, física y matemáticas. Paso lo que tenía que pasar, a mi me quedaron las tres marías y a Euro las tres marías y cuatro más.

Nos tocaba reparar en septiembre y yo me prepare bien, pero mi papa esperaba lo peor, estaba pesimista. Yo presente mis materias y como los padres nunca se equivocan…pues paso.

Coincidimos Euro y yo al ver las notas y vimos que estábamos “raspados”, yo me lo tome con soda y nos fuimos juntos a la parada de busetas y en el trayecto el pana se fue en llanto y hasta en vómitos.

Me dijo de todo; que lo iban a joder cuando llegara a la casa, que su papa tenía razón y el no servía para un coño, que no iba a estudiar más y se iba a comprar un carro de raspados, etc.  Yo no encontraba como consolarlo y lo primero que se me ocurrió fue decirle es; que éramos jóvenes y la virtud de eso es que el tiempo nos sobra, piensa en esos carajos que están presos y luego salen y hacen cosas grandes, no dejes que ese viejo cabeza de machete te joda la vida, repite tu año así sea por parasistema, vámonos caminando hasta tu casa, yo te acompaño.

En el año 2005 coincidimos en un gimnasio y me dijo que estaba trabajando en una importante empresa como seguridad interna. Hace poco hablamos de nuevo en un centro comercial y me dijo que era sub-gerente en la misma área en la misma empresa.

A veces uno no encuentra que decir y un ser superior pone las palabras precisas para consolar. Sin embargo hay que pensar muy bien antes de emitir una palabra y escuchar primero y por un buen tiempo al afligido.

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